jueves, 16 de agosto de 2007

5 poemas de 5 poetas bebedores de Jugo Loco

FILOSOFEMAS

De los placeres carnales se dice que son finitos, que su sed no es insaciable Así la gula o el deleite de la ebriedad que emana de hongos drogas preparados sintéticos o alcoholes El que apetece licor, lo engulle; empuñando el vaso, de éste lo pasa a su adentro, lo hace suyo: al trasegarlo, lo reduce a no existir en ningún otro lugar, y por lo tanto bien le cabe el afirmarse sólido sobre sus plantas profiriendo: «Es mío; lo he bebido; lo he apurado hasta la última gota; ha pasado a mi sangre y lo desecharé una vez usado; nada resta de él fuera de mí; me pertenece todo y por completo» El hartazgo de pan carne alimentos de toda laya admite del mismo modo satisfacción rotunda Nada de esto presenta grandes inconvenientes El problema surge cuando pensamos en el amor carnal Más bien, cuando pensamos en cualquiera de las posibles formas del amor de varón y mujer Pues, ¿cómo se hará parte de lo propio de modo que la sed de ello pueda saciarse —o su deseo, concupiscente o no— el olor tibio de una piel dormida cierto brillo de bronce bajo el sol la sonrisa gentil de algún minuto el furtivo transcurso cuyo inicio tiene ya gusto a fin o cuyo ser es en sí mismo un desaparecer? ¿Cómo podrá integrarse la evanescencia de un desplazamiento, que por veloz no es casi ni figura sino ademán que no posee impronta, en el terreno de lo definitivo? Es más, y aún peor: la circunstancia en la que ha reparado nuestra rara codicia, el gesto breve, de nadie, a excepción nuestra, recordado, ¿cómo lo fijaremos o habremos de insertarlo en el molde de lo que se congela y que así permanece? ¿Cómo haremos que persista en su ser eternamente, para que no se borre ni se apague? Materias son el pan, la carne, el vino, que como tales habitan el espacio Si las incorporamos saciando un apetito, será en el espacio, que se queda en su sitio (será en el espacio, que está siempre quieto bajo el conjunto de todo cuanto yace o aun de lo que se agita unos instantes mientras cede por último a su peso y dulcemente inerte se abandona renuncia al frenesí que turba lo animado se cuaja para siempre en la forma consistente y cierta de la máscara tomando el rostro de lo que perdura de todo cuanto es digno tedioso venerable) será en el espacio donde las fijaremos, materia que se asienta en la materia, llenándonos del peso de su ser Y podremos por ello sentir por un instante al menos en lo que hace a tal asunto satisfacción reposo saciedad Pero, ¿qué tregua podría sernos dada si nuestra ansia de empaparnos y atestarnos de llenarnos colmarnos y apropiarnos y con ello guardar y preservar no acecha ni apetece el pan ni el vino sino que acecha a un alma? Si lo ansiado es un alma y sólo un alma tan deleitosa tan dramáticamente temporal tan exquisita tan dolorosamente inasible si deseamos y acechamos a un alma hecha tan sólo de cambio e inconsistencia viajando sin descanso incierta en la tensión que la proyecta desde lo ya sido hasta su propio «aún no» y la despedaza para hacerla ser algo al precio de no ser entonces, ¿cómo podríamos saciar un hambre tal como aquel hambre que apetezca un alma? Tamaña presa, el alma apetecida, ¿dónde la atraparemos para fijarla en la posteridad? ¿Cómo la detendremos? ¿Le diremos acaso: «¡Espera! ¡No te vayas! ¡Criatura de fuego! ¡Me has cegado! ¡Quédate, permanece conmigo para siempre! ¡Y aun sin mí, criatura de fuego, persiste en la existencia, llénala eternamente con tu luz! ¡Haz que valga la pena lo creado! ¡No te vayas jamás! ¡Eres algo tan bello!»? ¿Cómo y dónde la pararemos para preservarla del flujo corrosivo de lo móvil que todo aun lo más duro lo disuelve? ¿Cómo haremos visible a los otros la grácil arrogancia la sulfúrea virtud la altiva chispa la fugitiva luz la elegancia suprema que es un alma? ¿Cómo daremos fe de su temible potencia y su entrañable debilidad de todo lo que la hace fulgir y destellar y la condena no obstante a consumirse por su propio vigor? ¿Cómo conseguiremos dar idea de esta fascinación de lo inestable? ¿Cómo hablar del encanto de cosa tan volátil placer tan melancólico o tan dulce veneno? ¿Cómo podría hablarse con justicia sin traicionar su vértigo su arranque por poner un ejemplo de un relámpago que rompe abruptamente las tinieblas como una carcajada hecha de brasas? ¿Cómo podría hablarse de cosa como el alma tan febril impetuosa loca y ágil sin para ello tener que interrumpirla? ¿Cómo dar una idea aunque sea muy remota del daño de pensar en su ser transitorio en que algún día pueda dejar de estar entre las cosas? ¿Y cómo sin embargo saber decir con júbilo y arrojo su conmovedora maravilla la ruda seducción de su pujanza el brío el gesto vívido en el que consiste? ¿Cómo hablar de su ímpetu insensato su apostura su esplendor precario de risa o de ademán? ¿Y dónde arroparemos cosa tan pasajera si a nuestra vez nosotros también estamos siempre ya no siendo y comenzando a ser lo nunca sido? ¿Cuál será el porvenir de los amantes? ¿En qué podrán confiar como refugio? ¿Dónde podrán amarse los que se aman para que no se apague con ellos tanto mundo? ¿Dónde se ocultarán de la obtusa e insípida mudez para impedir que acalle lo que fuera una vez ojo elocuente para que no silencie tanta secreta y poderosa música? No conoce saciedad ni reposo aquel que ama Se agita sin descanso bajo el signo imperioso del abismo Contrarias y excluyentes realidades son el amor y la felicidad De la felicidad sabido es que no admite malestar ni tensión Ni admite en consecuencia la mucha o excesiva intensidad —aun cuando ésta fuera la del goce— Contrarias y excluyentes realidades son por ello también felicidad y vida y si pese a todo esto la tragedia es el sino de unos pocos es porque nunca han sido y no son muchos ni aquellos que aman verdaderamente ni tampoco, en rigor, los que están vivos (Inédito) Lunes 26 / II / 007, 22:45 hs.


Este viernes 17 de agosto de 2007 se presenta la antologia Años de Jugo Loco en el restorán de comida peruana Sol de Villa [Jejuí y 15 de agosto - frente a la Plaza Italia].

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